20 de diciembre de 2010

Piratas, Corsarios, Bucaneros y Filibusteros... (II)

La sociedad de los piratas y su ocaso:

“En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival. “

Un hecho que destaca por encima de todo, es que pese a su diversidad, los piratas llegaron a crear verdaderas cofradías. La más famosa fue la de los hermanos de la costa, que duró desde su formación hacia 1620 en la isla Tortuga hasta su disolución en 1700. Allí se estableció una especie de, salvando las distancias, constitución. Básicamente no se podía ejercer patria o religión, inexistencia de propiedad privada (no afectaba a los bienes personales) así como un hecho muy destacable es la percepción de compensaciones de invalidez y se establecía una asamblea donde cada hermano tenía voz y voto igualitario.

Pero no todo era libertad, pues a pesar de que se establecía la no injerencia de la hermandad en asuntos personales, estaban penalizados el hurto o el traer mujeres blancas (para no turbar la mente masculina). Aunque este reglamento estuvo ampliamente extendido, la norma era que cada barco dictara sus propias normas que se firmaban en un contrato clausulado .
Al contrario de lo que se piensa, el barco no era una completa anarquía. Eran conscientes que como era su medio de vida, debían protegerlo y cuidarlo, entonces aceptaban unas pequeñas jerarquías como que hubiera capitán (electivo y pudiendo ser destituido si no se estaba conforme), intendente, contramaestre, etc.

Al contrario de lo que se piensa, el botín se repartía a partes iguales, siendo considerado un grave delito intentar apropiarse de una parte superior a la que corresponde. En los contratos clausulados, podemos encontrar que se establecían distintos salarios, en función del trabajo que desempeñases dentro del barco .

Por muy “civilizados” y “democráticos” que parezcan, si caían en manos de las autoridades eran tratados como autentica escoria, como observamos en el caso de Jean Fleury que asaltó el tesoro de Moctezuma y fue ejecutado en la horca sin más compasión. Hasta el siglo XVIII hubo cierta tolerancia para los miembros de menor importancia de las dotaciones y solo acababan en el cadalso el capitán, el intendente, el timonel. Pero a partir de este siglo empezó a ejecutarse a toda la tripulación sin importar edad y grado, lo que podríamos interpretar como el ocaso no solo del pirata, sino de la piratería, sin duda antesala de la nueva era que se avecinaba. Así como se exhibían los cuerpos ahorcados y mutilados en las ciudades para escarmiento del que se atreviera a meterse en el negocio. Antes de pasar al siguiente punto donde trataremos de abordar brevemente la distinta tipología de estos ladrones acuáticos, me gustaría acabar con este verso de Espronceda, que nos evoca a la gallardía de los muchos piratas ejecutados.



“¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá; en su propio navío
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.”


PIRATAS, CORSARIOS, BUCANEROS Y FILIBUSTEROS

Aunque las características antes mencionadas, se pueden aplicar a toda la tipología del pirata, en este apartado me gustaría diferenciarlos. Si bien muchas veces, como ya hemos comentado, se usan las palabras indistintamente, usándolas correctamente, creo que se puede llegar a entender más sus actuaciones. No es lo mismo estar auspiciado por la corona, como es el caso de los corsarios, que lo único que tienes que perder es tu vida y un pedazo de tierra que ni siquiera es tuyo, como en el caso de filibusteros.

Sobre los piratas, poco más nos queda que decir, simplemente abundar en el hecho que los primeros perros de mar que surcaron las aguas del Caribe, respondían mas al perfil del corsario que al del pirata. Los piratas que nosotros tenemos en mente, los más famosos con la bandera negra, responden al último tercio del siglo XVII, auspiciados por las acciones de los filibusteros y de los hermanos de la costa y el aumento del tráfico de mercancía hacia la metrópoli, fueron aliciente suficiente para la aparición de éstos sin protección de la corona, ni auspiciados por ninguna cofradía. Su origen solía estar entre los barcos mercantes y la Armada Británica; en tiempos de guerra, extrañamente solían vivir las horas más bajas, pues debían encuadrarse en una disciplina militar y acatar las acciones que mandase el contendiente de turno., pero es en la paz donde surgía un auge pues la cantidad de inadaptados que empezaban a engrosar sus filas, era cuanto menos sorprendente .

Corsarios:

“Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies”

Definiendo brevemente los corsarios, no son más que piratas a los que un país les ha otorgado la famosa patente de corso, donde se autorizaba a atacar a todos los barcos menos a los del país que los había contratado. ¿Cuándo y cómo empezaron a usarse?




Podemos remontar su origen a los míticos Barbarroja, pero centrándonos en el espacio que nos ocupa se establece que el interés de mandar piratas patrocinados empieza con el francés Jean Fleury, que por un golpe de fortuna capturó en 1522 un barco que transportaba el tesoro de Moctezuma. Lejos de ser un apartado triste, los historiadores nos cuentan que tanto Hernán Cortés como el emperador Carlos I, estaban satisfechos pues así habían demostrado el poderío español, lo que creían sería la excusa perfecta para que Francia no empezara una guerra directa sobre ellos. Si bien tenían razón, pues no se empezó multitud de piratas bajo patronazgo francés empezaron a atacar a los españoles. Podríamos extrapolar una tesis del fantástico Aymes en su libro sobre la guerra de independencia en España, y es que salvando las distancias expone que el fenómeno de guerrillero se puede interpretar como un sentimiento de inferioridad por parte del país en el que se forman, aquí creo que podríamos estar ante el mismo caso, una Francia que aún no ha probado del todo el poderío español, pues hasta dos años más tarde en Pavía no será capturado su emperador, pero que precavida más que asustada por las riquezas que hay en el Nuevo Mundo, decide emplear un método de hostigamiento. Tenía los medios que eran hombres dispuestos a lanzarse a la mar, cegados por la ambición de riquezas.
Pero para hacer justicia, no podemos quedarnos con los franceses como únicos personajes en escena, puesto que Holanda e Inglaterra también quisieron su trozo de pastel.

El caso de Holanda es el más sencillo. Entre 1566-68 los refugiados de las revueltas contra los españoles establecieron una fuerza naval que se llamaron a sí mismos “Mendigos del mar”. A pesar de que Holanda e Inglaterra les concedieron cierta legitimidad, terminaron siendo expulsados por lo indiscriminado de sus actos. Ya en 1624 atacaran las costas de Brasil y en 1629 Piet Heyn captura una flota española con todo su cargamento cerca de Cuba, pero debido a la dispersión política holandesa, Inglaterra tomó el relevo.
En la segunda mitad del siglo XVII, corrían los tiempos de la paz de Westfalia, España no puedo adaptarse rápidamente y esa debilidad se plasmó en el Nuevo Mundo. Jamaica que fue descubierta por Colón en 1494, fue empezada a colonizar en 1509 pero la poca población originaria debido a las enfermedades hizo que se quedara muy vacía, la solución vino en traer población negra de África. En 1655 fue tomada por el almirante Penn y se empezó a usar como base pirata y corsaria. Su actor más destacado sería Henry Morgan que tras numerosos ataques en Maracaibo, Panamá, etc.

Fue recompensado siendo gobernador de la isla. El corso entró en decadencia en 1856 donde en el Congreso de París fue abolido el corso, pero a decir verdad el corso había empezado a remitir por sí solo, es normal si vemos la evolución del mercantilismo que empezaba a remitir y hacia poco práctica su figura. Aunque como dice aquella máxima: Renovarse o morir, así los antiguos corsarios cambiaron su oficio por el de negreros o mercaderes, aunque los de menor poder tuvieron que dedicarse a la piratería aunque ya no alcanzaría ni la sombra de lo que eran, pues las distintas bases que habían estado usando se irían transformando paulatinamente en colonias.

Pero ante tanto ataque nos puede surgir una interesante pregunta: ¿Cómo se defendieron lo españoles?, pues da la sensación de que solo recibían el ataque.
La respuesta a esto la tenemos en: la Flota de Indias . Desde el mismo descubrimiento de América, los barcos españoles llevaban riquezas de vuelta a España. En la década de 1520, y debido al incremento de la piratería inglesa y francesa, se decidió organizar un sistema de convoys para aumentar la seguridad del transporte. La idea era establecer dos flotas distintas, ambas compuestas por galeones fuertemente armados con cañones y barcos mercantes (carracas) para llevar la carga. Las dos flotas salían cada año de Sevilla (después Cádiz), e iban una a Veracruz y la otra a Sudamérica (Cartagena de Indias, en la actual Colombia, y Nombre de Dios y Portobelo, en la actual Panamá). Tras completar la descarga de sus productos (productos manufacturados, pero después también esclavos), las flotas se reunían en La Habana, en la isla de Cuba, para el viaje de vuelta.

El comercio con las colonias españolas estaba fuertemente controlado. Por ley, las colonias españolas sólo podían comerciar con un puerto en España (primero Sevilla, luego Cádiz). Los ingleses, holandeses y franceses trataron de romper el monopolio, pero este duró durante más de dos siglos. Gracias al monopolio, España se permitió sufragar sobre todo las guerras contra los protestantes del centro y norte de Europa. Pero este metal, era un arma de doble filo y causó una enorme inflación en el siglo XVI, lo que prácticamente destruyó la economía española.
En el siglo XVII, el sistema económico empezó a declinar por diversos motivos. Primero, por las tormentas. Segundo, por los piratas, ya fueran establecidos como corsarios o como barcos militares de potencias extranjeras. Tercero, por la caída en la producción de metales preciosos en América. Las flotas pasaron de 17 barcos en 1550 a 100, de mayor tamaño, a finales del siglo XVI. A mediados del XVII constaban de unos 25 barcos, y continuaron disminuyendo en tamaño.




Reflexionando sobre ello (lejos de meternos en el interesante análisis sobre la verdadera utilidad de la plata que se traía) podemos concluir que si no hubiera sido por esta flota, el comercio hubiera estado mucho más seriamente comprometido. Pero no todo es miel sobre hojuelas, se sabe que pese a que tenían estipulada una frecuencia esta era frecuentemente adaptada a los intereses de los comerciantes que tenían invertido su dinero. Al fin y al cabo debemos pensar que por mucho que parezca un plan perfectamente sincronizado, nunca debemos perder de vista la época donde estamos, y aquí no existen GPS, móviles, ni ningún sistema de comunicación directa. Por descontado los numerosísimo casos de corrupción y favoritismo que se daban, la Flota de Indias, obviamente, no iba a estar exenta.

Bucaneros y Filibusteros:

Estos dos últimos tipos de pirata, los ponemos juntos pues en su origen está íntimamente ligado. Cuando pensamos en los numerosos ataques en el Caribe, en realidad más que piratas (que como ya se ha dicho su auge fue bien entrado el XVII), estamos viendo a estas personas.

Al principio del siglo XVII, se cumplirían cien años del descubrimiento, la geografía que se había conquistado era inmensa, era imposible (invocamos nuevamente a las capacidades de la época) abarcar todo el territorio, los puntos más importantes eran Cuba, Puerto Rico y La Española, pero quedaban toda una serie de pequeñas islas que eran consideradas inútiles. Fue entonces cuando entre hombres de distintas procedencias se les ocurrió instalarse en un pedazo de tierra apátrida.

Estos hombres se instalaron sobre todo al oeste de La Española, llevando una vida selvática, viviendo de la caza de puercos cimarrones . Después secaban sus carnes al sol y las ahumaban con una técnica indígena llamada boucans de donde derivaría el término bucanero . La recala de algún barco les dio el negocio pues era una buena forma de abastecerse, sobre todo porque esta gente no discriminaba banderas, ni tenía interés en el grado de legalidad de los barcos. Poco a poco, debido a la obtención de canoas y armas como parte del trueque, se animan hacer alguna pequeña correría marítima. La presencia de estos se empieza hacer incomoda, serán expulsados por métodos violentos y se establecerán en la famosa isla de Tortuga, donde los mas sedentarios se dedicaran al cultivo del tabaco, otros a la caza de tortugas y los más a la caza de animales salvajes.

Esa incomodidad se puede entender pues la arribada de naces se hacía cada vez más frecuente, además de para avituallarse sino para la venta de productos, y es que además de los citados bucaneros se empezaron a establecer contrabandistas que cuando un barco se acercaba a la costa iban prestos a vender sus mercancías, esta práctica fue tan común, que llegaron a existir almacenes en las costas, sin duda claro ejemplo de los pingües beneficios que se obtenía de este tráfico ilegal.
La población que va creciendo en Tortuga es cuanto menos, singular. A esclavos huidos, se les suman proscritos españoles, indios rebeldes y tipos de todo pelaje.

Pero despertaban no pocos recelos y una nueva expedición les obligará a refugiarse en los bosques occidentales de La Española .

Finalmente terminan asentándose nuevamente en Tortuga, sin embargo los españoles toman cartas en el asunto y esta vez atacan donde más les duele, pues les establecen un bloqueo, cortando así suministros y beneficios. Este hecho que parece casi anecdótico, hará que los bucaneros se hagan a la mar en pequeñas canoas para romper el cerco y esto provocaría que se acostumbraran a la navegación y al pirateo, convirtiéndose en los famosos filibusteros . La población fue creciendo, hasta convertirse en un importantísimo hervidero de piratas que tomando consciencia de la importancia que llegaron a alcanzar, formaron la ya citada cofradía de Hermanos de la Costa.

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